jueves, 28 de julio de 2011

Reacción (Apuntes I)


Juan Sánchez.
Existe una norma universal ineludible, que nos advierte sobre las consecuencias de cualquier ingerencia o violación del equilibrio general: “Toda acción conlleva una reacción de igual intensidad y proporción”…
A lo largo del camino, mil veces mil, en algún que otro inesperado recodo, te encuentras a ti mismo vencido, apagado, acabado. Nunca sabré que fuerzas ocultas nos hacen renacer y seguir caminando. Este juego llamado vida, se retroalimenta de si mismo en un ejercicio de canibalismo emocional, que tanto devora como renueva desde el corrosivo dolor y la superación consciente del mismo. Debe ser una cuestión de estatus mental, emocional o vaya usted a saber. Pero renaces en cada nueva auto-demolición superada (Lo que no te mata te hace más fuerte) y apuestas por seguir ‘jugando’ una vez más…
En estos últimos años de ‘juego’, he tenido que reconvenir mis convicciones, verdades e incertezas en cada paso trastabillado, y desarmar mi armadura de caballero andante por esos piélagos del devenir y las miserias humanas de que todos somos portadores. He necesitado vomitarme a mi mismo y libar de mis ‘sombras’, para descubrir el sabor amargo del ego que todo lo descoloca y corrompe. Pero es inevitable, es un ejercicio de dominación connatural de nuestra especie llamado supervivencia, perpetuidad y eternalidad de la ‘bestia’ que habita nuestra superficialidad. Las consideraciones primarias de nuestra parte biológica que esclavizan al ser inmortal que sufre y crece en nuestro interior, y que trata por todos los medios de hacer oír su voz por encima de la animalidad que condiciona nuestro existir…
Es necesario desdecirse de uno mismo. Romper el caparazón y esa limitada visión del juego, para tener una perspectiva más amplia y una sensación de conjunto, que nos permita reconocer la estructura primigenia y global del juego (Vida) en si mismo. Trepar al otero de la objetividad y la autocrítica, despreciar la mezquindad del yo y salvar los obstáculos que nos impiden observar nuestro entorno, y al resto de jugadores implicados y ‘salpicados’ por nuestras acciones y sentimientos. De ahí la acción y su consecuente e inmediata “reacción”…
La sociedad, como ente multiforme, conformada y deformada por esta amalgama de seres que conviven, luchan y evolucionan desde una existencia conjunta, no es ajena a las reglas del mismo juego. Incluso el propio planeta, con sus limitados recursos naturales, forma parte del equilibrio universal y se erige en juez y verdugo de nuestra raza: esta masa de entes biodegradables y degradados moralmente, llamados especie humana…
Pero nosotros, los amos del juego, o eso pensamos, ejercemos de carroñeros para con nuestra propia especie, nuestra sociedad y el desgarrado planeta que sustenta la biodiversidad. En un demencial cántico desesperado, cual agoreros suicidas en los instantes previos al holocausto, depredamos nuestro entorno vital sin importarnos la subsistencia y la continuidad de aquellos valores intrínsecos a la existencia. Sorbemos la vida con glotonería, con avaricia, con derroche e inconsciencia, en una carrera por poseer y ser poseídos por el irresistible vicio de la materialidad. Somos creadores y comerciantes del infierno que nos consuela y nos condena a no existir más allá de nuestra propia ceguera material.
Y el planeta, su vida, nuestra sociedad y la suma de toda la incongruencia humana, está pasando factura a la humanidad por tantos años, siglos, de vivir muy por encima de la sostenibilidad y el equilibrio de este frágil ecosistema llamado planeta Tierra. El modelo predominante de convivencia humana, basado en la posesión y el desaforado derroche de los recursos planetarios, ha entrado en una vorágine de mundanal antropofagia, donde nos devoramos unos a otros para seguir disfrutando de una artificiosa ‘calidad de vida’, a todas luces insostenible, de consecuencias imprevisibles e incontrolables… 
El mundo se nos ha ido de las manos (Nunca tuvimos el control). No hay posibilidad de retorno, esto se va al carajo, y seguimos encenagados en la cerrazón de seres posesos por la inconsistencia de un sistema social agotado, reventado, sin enterrar, que apesta y duele a podrido y a muerto...




Continuará...

6 comentarios:

  1. Todo el post es de una gran coherencia, y por supuesto estoy de acuerdo punto por punto, pero mi ignorancia no me deja expresar lo que siento.
    Que el agua de las revoluciones no se escurra entre los dedos de la pequeña protesta sin más, en fin...

    Tienes razón, esto ya se nos ha ido de las manos.

    Un abrazo

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  2. Y aun siendo cierto todo...nos elevamos cual ave fenix....un abrazo

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  3. En lo personal, es así como se crece. En lo social, el sistema está agotado y es hora que comencemos a revertir la rueda que nos oprime y que cada vez más pone en riesgo nuestra propia supervivencia...y la del planeta.

    Saludos.

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  4. Lore:
    La arrogancia de esta raza de seres, auto-nombrados como humanos, se comporta de una forma peculiar que tiene un evidente paralelismo con otro organismo habitante de este planeta: ¡el virus!...
    Una pena de tanta tecnología y conocimientos tirados a la cloaca del egoísmo y la necedad. Algún día, espero no muy lejano, se abrirán las mentes de esos 'virus' y entenderán lo absurdo e irresponsable de su comportamiento. Solo deseo que no sea demasiado tarde.
    Abrazos.

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  5. Alfonso:
    Esa es mi gran inquietud y mi asignatura pendiente... Qué nos hace intentarlo una vez más, qué nos hace renacer en cada nueva pira funeraria, en cada auto-inmolación y derrota personal?
    Pero también es mi gran admiración por este invento llamado vida. Un peliagudo laberinto que nos lleva hasta la extenuación, exhalación, casi. Hay momentos en que abandonaría definitivamente, momentos de sombras que devoran toda sensación de amanecer...
    Resulta un esfuerzo hercúleo sobreponer esa tentación de desaparecer. Y lo hacemos una vez más, renacemos desde el desguace de nosotros mismos, para seguir el sendero ¿programado?. Pero siempre queda a la deriva en ese mar de la incomprensión y la pavorosa duda, ineludible, la misma incógnita:
    ¿Para qué?...
    Un abrazo, camarada.

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  6. Neo:
    Me sé la teoría del crecimiento personal. Y no sé, quizá me pillas en un momento de bajón, y todo se tiñe de gris impenetrable al sentimiento. Dudo y sufro esa duda como algo enquistado en mi ser perdurable, que corroe las entrañas hasta el dolor del existir. La nausea se ceba en mi debilidad humana hasta secarme por dentro. Aún así, amanezco en el rellano crepuscular de esta antesala de la muerte...
    extenuado e incrédulo amanezco. Aún.

    El sistema y el propio planeta, se quejan de nuestra ceguera. Gritan DESESPERADAMENTE por ver si nuestras entendederas entienden al fin de sentido común, de responsabilidad y de solidaridad para con nosotros mismos y para con nuestra madre tierra. Pachamama, cuanto daño te hemos hecho, cuanta estupidez en tan poco tiempo. Quizá un albor inesperado ilumine, algún día no demasiado lejano, la supuesta inteligencia de esta raza de BESTIAS.
    Un abrazo.

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Muchas gracias. JSP 3.0

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