lunes, 6 de abril de 2009

'La noche de los cristales rotos' I



‘La noche de los cristales rotos I’

Circulan por Internet una serie de mail, que están haciendo estragos en la población española más ingenua e influenciable. Me refiero a mensajes de corte xenófobo que vienen a decirnos, en definitiva, que toda la culpa de nuestra situación económica y social actual se debe, de forma indiscutible, al asentamiento en nuestro suelo patrio de unas etnias foráneas y ajenas a nuestro acervo cultural, llamadas, con lamentables tintes peyorativos , inmigrantes.

He recibido varios de estos mensajitos tan ‘ilustrativos’ y asquerosos, y que vienen a poner al día a los españolitos, sobre la evidente manera de solucionar nuestros problemas de subsistencia más inmediatos: expulsar a estos ‘intrusos’ que han hecho, según ellos, de nuestra sacrosanta piel de toro su patio particular de fechorías. Alejarlos de la forma más rastrera en que se puede manifestar una nación, enarbolando las banderas del falso nacionalismo, el rancio patriotismo caduco y, sobre todo, los iracundos pendones del racismo, la intolerancia y la mal entendida salvaguarda de nuestro progreso nacional. Esto me suena de algo, ¿no?

El último mail de este tipo que he recibido compara de forma infantil, y muy elaborada para calar en la sensibilidad de los más ingenuos, a nuestra nación con el jardín de una casa –No lo transcribo íntegro, porque me parece asquerosamente ridículo-. En dicho jardín se van quedando a vivir familias de pajarillos alimentados por nuestra generosidad y nuestro amor a los animalillos, cada vez son más y más. Y llega un momento que sus heces están por todas partes, se vuelven agresivos y tratan de echarnos de nuestra casa – ¿Vais comprendiendo el tema?- hasta producirse una situación similar a la de la famosa película de Alfred Hitchcock: ‘Los pájaros’. ¿La recordáis? Esta burda metáfora es un derroche de imaginación corrompida y una muestra de degradación mental de la clase más zafia. Este cerebro maquiavélico que lo ha ideado, no es tonto, la verdad, tonto no, pero hijo de mala madre ¡si!, y con puntillitas de cabrón y todo. Al leerlo, es inevitable sentirse acojonadito ante el panorama que nos presenta. Una reacción social calculada, que empuja a quien recibe dicho ‘regalito’ hacia una efervescencia xenófoba y una caza de brujas como panacea para sus cuitas y desesperanzas:

¡A por ellos!, oeh, ¡A por ellos!, oeh, oeh…… ¡Manda güevos!

Tengo much@s amig@s y conocid@s, entre ellos unos cuantos de las más variopintas nacionalidades. Desde Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá, Chile, pasando por Reino Unido, Portugal, Francia, Suiza, Dinamarca, Alemania, Noruega, Italia, Letonia, Bulgaria, Rumania, Albania, Georgia o Irán, Mauritania, Argelia, Marruecos, Senegal, Nigeria, Malí y, por supuesto, España.

Detrás de casi todos subyace una historia de sufrimiento, una larga peregrinación en busca de la tierra prometida (Valga el símil de la antigüedad).

Un vía crucis que los forzó a dejar su tierra y sus seres queridos para emigrar a ese lugar conocido como Europa, en busca de una vida mejor y, en algunos casos, en busca de algo con que alimentar a la familia que quedó atrás.

Creo que todos conocéis algún caso similar. La mayoría de ellos, encontró trabajo en nuestro país. Son curritos como cualquier hijo de vecino, curritos que no llegan a ser mileuristas, pues cobran unos sueldos vergonzosos, ridículos en comparación con el trabajo que realizan. Pero al menos tienen para ir viviendo y para tratar de consolidar su hogar en esta patria, que ya se ha convertido en la suya. Y yo los considero tan compatriotas como el más castizo de mis amigos españoles. (La verdadera amistad no entiende de culturas o de artificiales fronteras. Creo yo) Vinieron a trabajar, a dejarse sus mejores años en nuestra tierra, a dar todo lo que son a cambio de unos euros, que en sus países son un verdadero regalo del cielo para sobrevivir. Nosotros, los españoles, los acogimos con los brazos abiertos (La mayoría de nosotros), ellos iban a ejercer de mano de obra primaria en los trabajos que nosotros despreciábamos o que eran demasiado plebeyos para nuestros altivos culos. (¿O no?) Y ahora, que el tema laboral empieza a convertirse en un grave problema, ahora que tenemos casi cuatro millones de parados, ahora que nuestras pretensiones de señoritos europeos se han ido al peo, vamos y les echamos los perros de la intolerancia, y los marcamos con el estigma de los proscritos, como culpables directos de nuestro derroche, nuestra irresponsabilidad y nuestros delirios de estúpida grandeza.

Soy un ingenuo (O talvez no), pero tengo los pies en la tierra –No como muchos otros, que siguen volando en sus platillos marcianos- y sé que entre tanta mano de obra importada de otros países más jodidos que nosotros, también se introdujo en nuestras fronteras una minoría de seres indeseables. Sé que, como en todas partes de este extraño mundo, vinieron gentuza y trigo sucio. Sé que esos elementos están haciendo mucho ruido social, y mucho daño a sus compatriotas inmigrantes que son los primeros en avergonzarse de ellos. Sé que están surgiendo movimientos políticos (Disfrazados de patriotas) que utilizan ese ruido y las circunstancias sociales actuales para ganar adeptos a su oscura causa, cruzada, o como cojones lo quieran llamar. Esta si es gentuza de la peor ralea, se aprovechan de los males sociales, de las miserias del pueblo, de sus sufrimientos para progresar en su turbia escalada de poder. De momento lo hacen de manera camuflada, tirando la piedra y escondiendo la mano, no dando la cara, no pregonando abiertamente sus ocultas intenciones. Pero tiempo al tiempo, todo se andará, como ya se anduvo en el pasado. La historia siempre se repite, desafortunadamente.

La noche de los cristales rotos (Reichkristallnacht). Para quienes no conocéis dicha referencia histórica, solo un apunte: Alemania, 9 de noviembre de 1938, el partido nazi en el poder, de forma enmascarada su Führer: Adolf Hitler ordena a sus escuadrones de las Wafen-SS, atacar y destruir los comercios, las sinagogas y demás propiedades de los judíos en Alemania. Y todo se hizo de manera que pareciese una iniciativa espontánea de los ciudadanos alemanes contra los ‘malvados’ judíos para, acto seguido, confinarlos en los campos de concentración preparados, de ante mano, para el holocausto. ¿Os suena el plan? ¿Creéis que exagero? Eso mismo pensaba Europa entera, justo antes de que Hitler les declarara la guerra… Continuará……


J.S.P - Abril - 2009

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