Existir en el verbo...
opuesto, distante del todo.
Mirar displicente,
Mirar displicente,
sentir la aguja en el cielo
propio, y en el celo añejo.
Clavarse a la distancia
insaciable, voraz de labios,
de miradas inacabadas,
del seno en plenilunio…
eclipsado.
Vibrato liofilizado,
humus estéril-izado,
delirium del polo, polarizado,
para alegar lo injustificable.
El decir de niente,
demente,
cual tediosa mortalidad
que vela una eternidad
de eternidades mediocres,
pero nunca acontece.
Gravedad, paridad estelar.
Un sol erizado refresca
el arroyo de carcajadas.
Envés del pecho, dispara,
certera, aforismos de bala.
Tan negra la noche, se salva,
el beso completa
y se acaba, grita,
la reclama, la bella…
nunca jamás soñada.
En la cumbre el águila:
balconada al único suspiro.
Anida la tramontana
en esta pradería
de la sombra bizarra.
Viene al llamado,
al encuentro o la escarcha.
Está y no está,
desde hace tanto y tanto,
como tanto se añoraban.
Existir en un verso…
Juan Sánchez
29/7/2012
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