'Muchacha en la ventana' - Salvador Dalí
“Lucerna”
Gusto de la lucerna
para mirar desde mis sueños.
Parado en su quicio grato,
contemplar este albor relativo,
de sangre atardecida, clamor,
en el prado del viento infante.
Esa lluvia de terciopelo
bordada de mil luceros;
pacientes, insurgentes,
ex-cautivos de esta, o aquella
pringosa tiniebla.
Me gusta esa luciérnaga,
y mirar lejos del hielo,
ver, entre la sombra incierta,
cien halcones sin recelo…
desmemoriados de galernas
o de sapos traicioneros.
Luz de par e impar
discípula del arroyuelo:
tímida luminaria clara,
de añorada in-diferencia.
Suelo otear afuera,
necesito indagar adentro,
enjugar esas máculas desiertas
en el laberinto de la quimera.
Gusto de cristales verdaderos,
sin cancela blindada u oxidada,
tronera o frontera interna.
Sentir ese soplo tan fresco
de las rendijas honestas;
y que renazcan mil ‘elfos’
agostados por la sospecha.
Gusto de la ventana,
jamás del engañoso espejo:
mercurio ferruginoso, reflejo obtuso,
cantor del afilado yerro, viciado
para una obertura de “esos necios”...
Juan Sánchez - 22-6-2011
Espejo y ventana nos envían a dos realidades tremendamente diferentes, distintas, distantes, alejadas, e incluso contrapuestas e inconexas.
ResponderEliminarUn espejo nos devuelve una imagen parecida a lo que somos. Casi real.
Una ventana es otra cosa bien diferente.
Una ventana habla de visión, de apertura, de horizontes nuevos, de expectación. Una ventana habla de oportunidades, más que de reflejos inútiles...
En fín me quedo alucinada con tus inteligentes entradas, a veces duras, pero siempre reales.
Un abrazo.
LORE:
ResponderEliminarDe par en par, así habrían de estar siempre las ventanas de nuestro corazón. Lo otro, son solo reflejos de una imperdonable mentira. Gracias. Un abrazo.
No es lo mismo una ventana que una puerta.
ResponderEliminarNo es lo mismo un espejo que un cristal.
Puede parecer una tontería, pero tú sabes que no lo es. Y que depende del que lo lea, y de la profundidad que le quiera dar.
Un saludo.
Garcibañez:
ResponderEliminarLlevas razón, depende de quien lo lea, de lo que infiera y las consecuencias derivadas de su interpretación. La profundidad de esas conclusiones está directamente relacionada con el estatus emocional del observador, creo yo.
Las puertas son para pasar a su través, las ventanas solo nos dejan observar y ser observados. Es cierto, quizá haya que ser valientes y traspasar esa puerta, y, a la misma vez, dejarse traspasar, embeber, acoger el nuevo aire que nos haga trascender...
Gracias por tu aportación. Saludos.
Hermoso texto. Una ventana (vista desde adentro)siempre me resultó promesa de nuevos cielos. Vista desde afuera, una invitación a compartirla intimidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Neo:
ResponderEliminarLa ventana es una válvula de escape de la presión acumulada. Mirar a la lejanía, observar la sencillez de la existencia, sentir el refrescante aroma de la esperanza, saborear cada sonrisa que por ella se cuela y se lanza, en fin, vivir. Eso es una ventana: vida compartida, vida aireada, vida en estado de realidad. Y cuesta tanto abrir esa ventana...
Abrazos.