martes, 27 de septiembre de 2011

DUERME MI NIÑA...


Duerme mi niña.
Ya duerme
el sueño de la paloma,
ya no se arrulla,
nada renombra.
Ojos verdes y malva,
que van llorando,
se van de sombras,
y van con prisa, silenciosa,
silencios, como de otra.
Que los críos chicos no sepan
del gavilán hielero,
ni beban su mala estrofa.
Duerme mi niña
sin sueños ni olas...



Quebraron sus alas,
mataron su alondra,
y una araña inmunda
su corazón devora;
mil años sin pecho,
mil años sin memoria.

Rayos de flama malherida
se adueñan la Colombia;
qué de negros presagios
se burlan de ella ahora.
Duerme mi niña,
y duerme tan sola,
solo la siembra aguarda
para velar su honra.
Un fusil confeso de odio seco
y aromas de vino tuerto;
son cadáveres que añoran
aquella estirpe tardía,
su pérdida, la indiferencia
y esa dañina escoria.

Maldita sea la broma,
maldita la sarna dulce,
la envidia y el malage
de quien vende mañanas viudas,
de quien desgrana personas,
de quien ahoga cantares
con dolores y penumbra
de un infierno en carnavales.

Duerme mi niña, y llora,
duerme tan sola,
duerme en silencio:
¡Sin alondras!
Juan Sánchez – 30-9-2011 

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