lunes, 11 de abril de 2011

BIPARTIDISMO 'MORTAL' I

 
-Todo es mentira-

              Es ahora, en puertas de unas elecciones, cuando se hace más palpable la nefasta labor de destrucción de la democracia de un modelo social basado –o derivado por la ausencia o abandono de otros colores ideológicos- en fuerzas ‘compensadas’ por un bipartidismo monopolizador del panorama político. Y esa dolorosa camaradería, que los grandes partidos nacionales llevan mercadeando desde los albores de nuestra actual democracia, termina pasando factura al tejido social, con su reflejo en el actual desencanto e incredulidad frente al sistema en puertas mismas de este ejercicio supremo de una democracia. 
            A escasos cuarenta días de dichas elecciones, las encuestas de participación se decantan hacia el escepticismo ciudadano más cruento y demoledor de un modelo de gobierno  que, a todas luces, ha dejado de ser válido. El pueblo habla con voz silente, para dejar rotundamente claro que esta camarilla de políticos profesionales, trepados sobre el esfuerzo del ciudadano a sus magnánimos cargos de responsabilidad y administración social, no están cumpliendo con la labor encomendada por sus jefes, esto es, la población de este país, desmontado por la ineptitud, la estupidez o la falta de arrojo de una casta política empeñada en obviar el sufrimiento y las necesidades de una nación que se viene abajo.
            Por más parches que se pongan a la cosa, la realidad se da de bofetadas con la copla que tratan de vendernos esos que dicen gobernarnos. El sistema se desmorona y no se ve iniciativa alguna para ‘reciclar’ la democracia, y revalidar la credibilidad ciudadana con nuevas formas de gobierno adatado a los tiempos. Tiempos que corren que se las pelan y, en algunos casos, también a la viceversa. Tiempos de convulsión social: cruenta o calmada, ejecutora o pasiva, pero, al fin, tiempos de cambio en la mentalidad del paisanito de a pié. Y eso se nota en cada paso andado o por andar. La gente corriente, ajena al sub-mundillo de la política, cada día se aleja más de una implicación  activa en las decisiones que le atañen más dolorosamente. No ‘cala’ en nuestro paisanaje, aún, la participación, la intervención ciudadana en la consolidación de un futuro y sólido tejido democrático. Futuro al fin, que concierne directamente a la supervivencia de nuestras gentes. Incluidos los dirigentes políticos.
            Adolece nuestra sempiterna ‘púber democracia’, de una tradición participativa de la ciudadanía. Ese salto multigeneracional, y el vacío subsiguiente, que aquel aparato de destrucción masiva, llamado franquismo, ejerció con tanta diligencia sobre nuestros ancestros más cercanos, ha generado una corriente inversa de participación implicada del pueblo en sus decisiones. Y, por ‘tradición’, la gente ‘pasa’ de complicarse la existencia en actividades públicas, dejando que sean los más avispados quienes decidan por ellos. Para bien o para mal. Y, solo cuando las cosas se ponen feas, se dan cabezazos contra las urnas en un ejercicio de auto-compensación y flagelación social, que solo refrenda una total irresponsabilidad ciudadana al dejar el poder absoluto en manos de personajillos irresolutos -ambiguos- y caducos.
Pero va siendo hora de que esa apática inercia invierta su nefasta tendencia. Va siendo hora de que el pueblo retome las riendas de sus propias decisiones y plante cara a esa cuadrilla de impresentables que convierten en porquería todo lo que tocan. Se nota en la calle. Existe una corriente sinérgica, que hace emerger iniciativas ciudadanas implicadas, en todos los rincones de nuestro país. El pueblo se reorganiza para afrontar sus responsabilidades, frente a la indecisión o la inoperancia de una administración viciada por sus políticos (No todos, seamos justos, alguno y alguna siguen siendo válidos, transparentes e impenetrables a la corrupción imperante, que hace de aquellos otros una banda de vividores y expoliadores del futuro del pueblo) y, algo, parece estar cambiando...
Juan Sánchez – 11-4-2011

1 comentario:

  1. El bipartidismo crónico transforma la democracia en una mera opción de alternancia. Sus defensores sostienen que el que exista, es sano y fortalece. La realidad nos demuestra todo lo contrario.
    Sería bueno que la gente decidiera de una buena vez a actuar con independencia y riesgo de considerar realmente otras alternativas.

    Saludos.

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Muchas gracias. JSP 3.0

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