domingo, 27 de marzo de 2011

Gárgolas sobre París

Gárgolas en 'Notre Dame'
 -Por gentileza de Jesús Pellicer - 21-3-2011- París-


 Alguien dijo una vez:

- ¿Tan importante te crees? ¿En serio crees, que todo gira a tu  alrededor y el centro es tu efímera existencia?...

El interpelado contestó…

- No sé si soy importante o no lo soy. En realidad eso importa muy poco. Pero lo cierto es que si dejo de existir, ¡todo deja de existir conmigo!

 Al oír esta respuesta, el que había hablado primero, se echó las manos a la cabeza…

- Bueno -dijo- esto es lo último que me faltaba por oír. Menudo ego el tuyo, un mega-ego. Necesitarías un planeta entero para ti solito, un universo, para albergar tu egocéntrica y desmesurada personalidad. En mi vida he conocido una persona tan engreída. Lo tuyo es de psiquiátrico de urgencias, vamos…

El que habló en segundo lugar salió al paso del otro:

- Piénsalo un poco, amigo mío, no digo que yo sea el centro del universo, no lo soy. Pero, de alguna manera todos los somos. Vivimos la vida desde nuestro prisma personal. Interactuamos con aquellas personas que comparten nuestras vidas, y nosotros la suyas. De tal modo que el universo personal se limita a esas interactuaciones…

- Espera, espera –Atajó el contrario- dices que si tú dejas de existir, todo deja de existir contigo. ¿No es eso una demencial demostración de un narcisismo extremo?

- Vayamos por partes –Apuntó, quien llamaremos ‘Ego’- Ya te he dicho que todo se basa en la interactuación. De manera tal que nuestra realidad, se conforma de acciones y reacciones entre los actores del gran juego de la vida. Si yo, por ejemplo, o tú, o cualquier otro jugador, deja de jugar a estar vivo, el juego se quiebra, se acaba. En ese preciso instante deja de ser real. Aunque la realidad sea algo tan cuestionable. Tan indemostrable. Incluso más. La realidad es ‘tan real’ que, por eso mismo, es algo tan increíble. Es tan dolorosamente creíble que deja de ser cierta…

Alter-ego, así se llamaba el interlocutor, intervino algo alter-ado por las afirmaciones de su colega de tertulia…

- Pero, por el hecho de que tú dejes de ‘jugar’, no quiere decir que los otros miles de millones de seres de este mundo dejen de jugar, o de existir. Como más te guste llamar a la vida. O crees que, cuando ya no estés, ¿los demás habitantes del planeta se harán el harakiri ritual, en una sublime servidumbre de tu egolatría? Menuda jeta tienes, compañero, menudo desastre existencial el tuyo…

Ego, que había previsto esas reflexiones y, por ello, las esperaba, contestó…

- Nunca dije tal disparate. Ni lo voy ha decir. Pero convendrás conmigo que no existe forma de saberlo… una vez te hayas ido, o me haya ido, si es que vamos a algún sitio, no hay posibilidad tangible de avalar esta vida… ¿o si?... Si, ya sé, me dirás que otros muchos se han ido y que nosotros seguimos en este lado, pero, en realidad, ¿alguna vez estuvieron aquí? Y eso no tiene trascendencia, pues, tú y yo y los demás, estamos aquí ahora y no allí. Nunca estaremos en ambos sitios a la vez. De tal modo que, una vez traspasada la barrera de esta vida, nunca sabremos de la existencia del otro lado. El otro plano: la otra manera, o maneras, de ser… de ¿vivir?

- Claro, claro, ahora me dirás que todo esto es pura imagen –Dijo alter-ego-, neta imaginación mental. Que no hay nada en realidad. Que todo es una pura ideación de la mente, del 'SER' que se consume en su desgarradora soledad, e inventa distracciones: nosotros, para hacer más llevadera esa condena de existencia eterna…

- Pues no lo sé – Intervino Ego- pudiera o pudiese ser tal y como dices, por qué no. Este es un extraño juego, donde nada es real y nada deja de serlo. Además, si somos capaces de pensarlo, quizás estamos en el camino de la certeza. ¿Dónde empieza la realidad, dónde acaba la imaginación?... ¿vivimos o soñamos? ¿vivimos un sueño, o soñamos una vida?... vivir es sueño’, dijo el poeta, ¿no? ¿Lo importante es lo queda tras nosotros, o los que nos llevamos al partir, o ambas cosas? Algo es cierto, para el que deja de existir se acaba el juego. Y todo lo que conoce como realidad deja de ser real. ¿verdad?

- Pues eso no se puede demostrar –Concluyó Alter- ni tú, ni yo, hemos estado nunca al otro lado. O, tal vez, si… pero puedo prometerte una cosa, si te vas antes que yo, procuraré que no dejes de existir en mí. Seguirás vivo en mi recuerdo. En mi aprecio hacia ti…

- Yo nunca lo sabré. No estaré aquí para vivirlo – Se quejó Ego- y tú, solo sabrás de mí por tus recuerdos. Recuerdos que, por otro lado, nunca fueron ciertos. Pues esos recuerdos no son mis vivencias, son otra imagen en ti de mi supuesta existencia… ¿Lo ves? Allí, yo no sabré de esta realidad, por tanto, habrá dejado de existir, al menos para mí. Yo no puedo ver la existencia con tu mente, ni tu con la mía. Cada uno ‘creamos’ una realidad a la medida de nuestros sueños, principalmente. Los sueños se plasman en certezas, o eso creemos. Lo creemos porque así lo sentimos. Pero, al otro lado, qué tipo de sueños tendremos por realizar. Una vez allí, todo esto habrá dejado de existir. Si dejamos el juego, ¡el juego al completo deja de existir! Te guste o no, esa es la suprema e inapelable realidad del gran juego. O quizá sea, todo lo contrario...

- Sobre eso habría mucho por elucubrar, amigo, colega Ego, querida Gárgola


"Llegarás hasta aquí, no más allá" (Job - 38, 11)

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