sábado, 15 de mayo de 2010

¿Políticos, qué políticos? y I

(Playa de Bolnuevo)

En un periódico de nuestra región de Murcia, de cuyo nombre no quiero acordarme, leí, hace algunos días, un artículo de opinión que trataba de convencer al lector de la innecesaria, iterativa y desmesurada inquima de ciertos periodistas tan centrados y cebados con nuestra muy justa, tan honesta y más transparente clase política actual, según ellos. Y no pude dejar de sorprenderme, según avanzaba en la lectura, de cómo esa ‘pluma’, erigida en defensor del diablo, aconsejaba a los otros periodistas –quizá más ‘iletrados’ y menos amigos del mencionado demonio de la política, según él- tornaran sus miradas hacia otros temas más acuciantes y más dolorosos para nuestra sociedad. Lo cierto es que no acabé de leer la mencionada arenga con trazas de ‘clinex’ o mágico ungüento blanqueador e hipnóticamente regresivo de la merecida opinión que casi todos compartimos sobre esa tan ‘eficiente’ hermandad de la ‘clase’ política, sin atisbos de clase alguna.

Pero luego pensé, igual lleva toda la razón este tipo. Igual la culpa de lo que pasa en este y todos los demás países del mundo no se debe a las decisiones de los políticos de turno (Turno para robar al ciudadano, claro)... Ellos saben ponerse en fila muy ordenadamente, uno tras otro, hasta que les llega el momento de cobrar sus merecidos emolumentos: pago y prenda por sus desvelos para con la patria que tanto les debe y tanto los adora. Y por ello decidí dar un giro de ciento ochenta grados a mi artillería y apuntar hacia las otras trincheras en esta batalla: ¡los ciudadanos!

Y como hablar generalizando y arguyendo premisas de alto calado moral, o enarbolar el pendón de la cordura por esta raza de homínidos pobladores de un terruño estelar que se está yendo a tomar por saco, o regalar buenos rollitos humanistas y buenas maneras para intentar adoctrinar a unos seres que no se dejan adoctrinar más allá de sus propias conveniencias y sus cavernícolas intereses personales, no conduce a ningún resultado medianamente aceptable, pensé en cambiar de metodología y de ámbito de influencia para circunscribirme al ‘roalico’ que más o menos conozco y que comparto con mis vecinos de esta población llamada Mazarrón. Además, de esta guisa, nunca se me podrá acusar de salirme por peteneras o no dar la cara parapetado tras la cómoda argucia de no mojarme por mis gentes y disparar mis cañones inútilmente, apuntando hacia un sol que nunca será alcanzado por los obuses de este ridículo idealista, un servidor. ¿Se nota que fui artillero? Pues eso…

Porque si nos paramos a pensar con detenimiento y objetividad sobre la penosa situación social y laboral que sufre y arrastra desde largo nuestra población, no tendremos más narices que reconocer que todo lo que está aconteciendo en Mazarrón, Puerto de Mazarrón y sus numerosas pedanías, en estos momentos tan aciagos para nosotros, es obra y responsabilidad única de sus habitantes. No en vano, los pobladores de tan alejada comarca murciana hemos decidido, decidimos y habremos de seguir decidiendo, mientras disfrutemos de un estado democrático, quién o quienes han de regir los destinos y administrar los bienes públicos del municipio. Si, ya sé que esto parece una perogrullada, que hasta un tonto con una tiza sería capaz de sacar más partido a esta página, que para decir semejante obviedad mejor me quedo calladito que debo estar más guapo (Aunque bien visto, tampoco estoy tan mal. Depende del ‘cristal’ con que me miren. Correcto).

Allá vamos… Empezar a relatar pormenorizadamente cada uno de los errores, deslices, tramas y confabulaciones que nos han llevado, a los Mazarroneros, al noveno círculo de la demencia administrativa, ha de ocupar más de un artículo, las cosas hay que hacerlas bien. ¡No como otros! (Más de 464.000€ en esa ¡CHAPUZA! llamada auditorio de los Vélez. Fuente: laverdad.es) El caso es que nuestra población ha estado durante demasiados años aletargada en unos imaginarios laureles de progreso que solo han resultado ser un espejismo en le desierto de la opinión y la imprescindible colaboración ciudadana. No se han articulado y consolidado unos criterios clave para la sostenibilidad de nuestro propio futuro. Por ello, llegados a la situación extrema de nuestro presente, nos vemos, todos, ¡todos!, con el final de nuestro intestino grueso expuesto a los aires más airados de la desolación social, empresarial, y por ende laboral, y administrativa. Y ha sido entre todos nosotros. No vale echarle la culpa a la administración como única responsable; ese es el juego fácil, la siempre socorrida salida para justificar nuestra cómoda desidia y nuestra falta de colaboración, unión y participación en las decisiones que atañen a todos los Mazarroneros. Que lo hagan ellos, los políticos, que para eso cobran del pueblo. ¿No?...

Como inicio de esta refriega de intereses y desmanes administrativos versus apatía y desinterés ciudadano, me parece suficiente. Además, así, me gustaría haber captado vuestra atención para intentar arrojar algo de luz y de cordura en nuestras confusas mentes, encenagadas por este incomprensible galimatías municipal que nos está hipotecando la existencia. No poseo las claves para dar una rauda solución a esta tremebunda y desquiciante coyuntura en la que nos hayamos inmersos. Pero sé, que entre todos, ¡sí!, ¡entre todos! podemos llegar a una solución razonada y razonable…

En la próxima entrega seguiremos hablando un poco más. Saludos para casi tod@s.


JSP-2.1 - 15-5-2010

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