sábado, 17 de abril de 2010

Fuente Ovejuna


Todos a una:

Si se consiente que empresarios, autónomos y demás emprendedores que se arriesgan creando negocios y generando empleo para los habitantes de un municipio, aburridos por esta incoherencia política ausente de la más mínima visión de la situación real de nuestra comarca, se marchen de este pueblo, ¿De dónde van a ‘chupar’ nuestras “lumbreras” oficiales?

¡Si!, ¡esas lumbreras! Tanto políticos como ciertos funcionarios municipales, que cobran un irreverente sueldazo acoquinado por los ciudadanos. Sueldazo que, en el caso de los políticos, se ha instituido, institucionalizado y blindado con modos, maneras y alardes más propios de unos déspotas anacrónicos repudiados por las urnas de esta nación democrática.

Ellos, los miembros y miembras de la corporación municipal, habrían de ser los primeros interesados en que nuestro tejido empresarial y laboral no degenere en la insostenible y demencial realidad económica actual. Es su ineludible cometido, así lo juraron en la toma de posesión de sus cargos públicos: defender, cuidar, acatar y hacer viables las decisiones del pueblo soberano, libre y democrático. Y no, hacer todo lo posible por engrosar sus miserables faltriqueras a espaldas de los intereses primordiales de la ciudadanía. Lo que ha llevado a un gran número de vecinos y habitantes de este municipio hasta la encrucijada de poner pies en polvorosa o sobrevivir a su indigencia arrastrándose hasta el doloroso fango de la mendicidad, cuando no, a romper las reglas sociales forzados por la ineptitud de estos presumidos y presuntuosos monigotes del ‘pimpampum’ que dicen gobernarnos. Pero lo único que gobiernan es la manera de que todo este tinglado llamado Mazarrón se vaya a tomar por saco, alardeando de sus descomunales jetas entre foto y foto para ese álbum de despropósitos y laureles corrompidos por su avariciosa mersa y su manifiesta desfachatez.

La coherencia social obliga a las partes contratantes del invento llamado democracia, a colaborar para el buen entendimiento de todos los implicados. Tanto la administración como la ciudadanía responden por separado y conjuntamente ante la historia de un pueblo, en la medida en que todos han de arrimar el hombro para que ese ‘chiringuito’ siga caminando hacia la prosperidad, sin detrimento de ninguna de las partes. Pero las cosas comienzan a complicarse cuando “la parte contratante de la primera parte” (Los gobiernos), elude sus responsabilidades y empieza a caminar a su libre albedrío, olvidando los acuerdos implícitos en ese trato de convivencia pacífica y en libertad. Es ahí donde surgen los problemas que merman capacidad de maniobra a la libertad misma y corroen los cimientos que sustentan esta democracia poniendo en entredicho el modelo social y dando lugar a que la parte perjudicada, en este caso la ciudadanía, comience a plantearse la conveniencia, la cordura y la “legalidad” representativa de esos que dicen servirlos: ‘los políticos’.

Fuenteovejuna:

Las aguas sociales comienzan a estar algo revueltas. Y lo digo quitando mucho hierro y acritud a lo que se vive en nuestras calles. En nuestras conversaciones, en la escasa prensa libre e independiente que, a duras penas, sobrevive. En las mentes de esos seres extraños -Idealistas quizá- que aún albergan la esperanza de que toda esta farsa se desmorone algún día y podamos empezar a vivir como seres ciertamente humanos.

Parece mentira que, estando como estamos en el siglo XXI, aún llevemos colgando asignaturas de la baja edad media. Parece mentira que 33 años después del comienzo de esta andadura democrática en la España de la modernidad, sigamos sufriendo las mismas cortapisas sociales y la misma represión contra la que tantos y tantos españoles luchamos a galope tendido delante de aquellos que eran tan grises por fuera como por dentro. Parece mentira que la gente siga acojonadita cuando les sueltan los perros del poder en los talones, y den todos media vuelta y traguen con lo que haya que tragar sin decir esta boca es mía, o ¡este país es nuestro! Parece mentira que seamos descendientes de aquellos aventureros, exploradores y temidos luchadores que, haciendo de su capa un sayo, lidiaban a brazo partido contra los elementos “meteorológicos” y demás elementos que osaban ensombrecer sus ideales. Parece mentira que seamos un pueblo con sangre en la venas. Horchata de “chufla” mejor, más apropiada para esta generación de españolitos light que se han sumado a la moda internacional de lo políticamente correcto y socialmente soplapollas.

Correcto, si, pero con dos narices para reclamar lo que nos pertenece, y esas pertenencias se llaman España. España ya no es de los españoles. Nunca lo fue. España es de estos cantamañanas que la han vendido al diablo de la codicia, la corrupción y la sinvergonzonería. Asistimos impasibles a esta plaga de la podredumbre política y solo somos capaces de asentir, de tragar con ella como si fuese una mácula connatural al poder. Vemos a nuestros representantes como unos caraduras que ejercitan sus cargos públicos con la única finalidad de salir de ellos con la mersa a reventar. Y da igual lo que hagan, todo vale, todo es normal. Todo aquello que, a base de ser repetido hasta la saciedad por los “remedios” de desinformación, se cuela en nuestros hogares como cotidianeidad y, diluyéndose entre nuestra pasividad o nuestra indiferencia, pasa a ser lo más natural de puertas para adentro en nuestra casa nacional: EL “PARALMIENTO” ESPAÑOL.

Comienzan a sonar voces anónimas ajenas al tinglado de la política que denuncian el disparate en que se ha convertido nuestro país. Voces que, posiblemente -con toda seguridad- sean acalladas, falseadas o vilipendiadas por este aparato de control de masas llamado política, desterrándolas hasta el ostracismo. Nuestra sociedad está cambiando. La forma de plantearnos la vida está cambiando. Surgen nuevos modelos, o no-modelos sociales, familiares, personales, que pretenden aportar una alternativa a este sistema que se desmorona por el peso de su propia pestilencia… Otra cosa es que nos dejen cambiar. Pero conociendo el “Tema”

Como dijo el gran canciller alemán, Otto Von Bismarck: “Los españoles son el pueblo al que más admiro. Cual ave Fénix, renacen siempre desde sus cenizas, a pesar de las putadas que históricamente les han gastado sus gobernantes”… Las cosas han cambiado poco, ¿No es cierto?

JSP 2.1- 17/4/2010

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