sábado, 3 de abril de 2010

El Nazareno

“El Nazareno”

“Oh, la saeta al cantar, al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar”…. Así llora el popular poema del gran Antonio Machado versionado de manera tan magistral por Joan Manuel Serrat...

Semana Santa del 2010. Fervor entre los devotos, súplicas, rogativas y agradecimientos, pocos. Un año para pedir, para rogar, para demandar muchas cosas a ese Cristo de los gitanos y los payos. Pero ese Cristo parece estar sordo, o quizá se ha cansado de tanto necio y tanto caradura que pulula por este planeta de dementes. Rogamos, pedimos, suplicamos un poco de buenaventura para nuestras vidas. Talvez pedimos al Cristo equivocado, talvez lanzamos nuestros ruegos al viento, y el viento sopla con gélidos aires de inapetencia de feligreses y beatos arrodillados demandando unas vidas para ser vividas razonablemente. Quizá rezamos de espaldas a la ‘Meca’ de los Mahometanos, o mirando de frente e irreverentes al sin nombre de los hebreos, o al cachazudo buda de los orientales o ese pizpireto Hare Krisna que ha olvidado su danza de la alegría. Pero rezamos. No nos quedan más narices que rezar. Y aunque un servidor hace muchos años olvidó la retahíla de una oración, he decido hacer un master en beatería y ‘meapilismo’ para estar en la onda del tiempo que vivimos, que parece ser la línea que habrá de dominar nuestras vidas en adelante per sécula seculorum, y ¡amén Jesús!

No pensaros que aprovecho tan señaladas fechas para mostrar mis más inconfesables pecados de blasfemia e irreverencia hacia aquellos que abrazan por convicción, con fervor y esperanza cualquiera de las religiones mencionadas con anterioridad. Todo lo contrario, los ensalzo en la justa medida necesaria para alimentar su alma. Los animo a seguir en sus libres creencias –No las comparto, pero las respeto-, incluso diría mucho más. Diría que, dado el clima de ineptitud política y desencanto general de la ciudadanía hacia esos gobernantes sin la más mínima credibilidad, vamos a tener que ponernos la túnica de Nazareno y salir en penitencia por nuestras calles para rogar un poco de cordura en las molleras de esos ‘mangamases’. Simplemente rogar, nada de exigir, que los ciudadanos no tenemos derecho alguno de exigir a nuestros políticos para que cumplan con sus promesas electoralistas, uy perdón, electorales, que quedan en eso precisamente: promesas para aturdir y atiborrar las cabezas del pueblo con mentiras disfrazadas de esperanza y ocultar de paso sus únicas y cínicas pretensiones de vivir del cuento… ¡Cuentacuentos! Eso, eso, cuenta. No, no te digo nada, que luego ‘to’ se sabe… ¡Dices tú de mersa!

Semana Santa, tiempo de procesiones, tiempo de vacaciones. El que las tenga, eso será señal de que tiene trabajo también. Muchos están de vacaciones forzosas, de holganza obligada. Aunque la holganza, entendida como tal, no tiene nada que ver con las interminables y desquiciantes horas que pasan esos padres y madres que están parados, en busca de algo de trabajo, lo que sea, para sacar adelante a la familia.

Veo sus caras descompuestas, sus rostros desfigurados por la desesperación. Sus ojos que tratan de retener una dolorosa lágrima cuando mira a sus hijos y no sabe como va a salir de esta. Muchos se ‘enganchan’ en lo que sea, muchos de los que sufren por estar parados, por no tener un jornal que cumplir, por no salir temprano de su casa rumbo a aquella fábrica que pegó el cerrojazo. O los sufridos ‘paletas’ que añoran la obra, añoran la pesada caldereta llena de masa para construir una pared de tantas y tantas casas que ahora son cementerios inhabitados de vivos y de muertos, asesinados por la codicia de aquellos que idearon el pelotazo inmobiliario.

Pongamos que se llama ‘Pepe’. Uno de tantos pepes en paro de este país. Pongamos que soporta ‘taitantos’ años a las costillas, pongamos que tiene dos o tres hijos, pongamos que… ha perdido la dignificación que le aportaba el trabajo, ha perdido su autoestima y el valor de mirar a los suyos sin sentir como le devuelven esas miradas esquivas, esas miradas que parecen decirle: ‘inútil’. Eso piensa él, esa es su realidad. Los suyos sufren igual decepción que él mismo. Lo ven arrodillarse ante la vida, lo ven menguar como persona, lo ven arrugarse ante los reveses hasta casi desaparecer. Y quisieran decirle que no se preocupe, y se lo dicen, pero él no se cree nada de nada. Los telediarios no mienten, eso piensa él. Y los telediarios dicen que hay cinco millones de parados en este país, que la mitad de los jóvenes no se plantean encontrar un trabajo hartos de que les tomen el pelo en todas partes, hartos de enviar el currículum a diestro y siniestro sin resultados. Más siniestros que diestros los ‘trabajos’ que les ofertan. Y él, a sus cuarenta y tantos años, cómo va a competir con tanta juventud disponible en el mercado laboral. Más preparados, menos gastados por las putadas de la vida, más adaptables al abanico de trabajos en precario de la calle, menos condicionados por la familia y las responsabilidades que conlleva, en definitiva: ¡más jóvenes!

Pepe sobrevive con las ayudas de los familiares. Incluso los abuelos, que cobran una jubilación de mierda y malviven como indigentes, se desprenden de un poquillo de esa calderilla que nuestro estado llama pensión para que sus nietos puedan comprarse algo de ropa nueva, o unas ‘chuches’, o una tarde de cine de mes en mes. Pepe, hace tiempo que dejó de cobrar el subsidio de desempleo. Aún tuvo suerte, otros no tienen ni eso, los miles de autónomos que han tenido que ‘chapar’ sus pequeños comercios, por ejemplo. Pero Pepe tuvo suerte, es un tío suertudo, eso le dicen, por haber estado asalariado y malpagado por uno de muchos inconscientes que se hacen llamar empresarios. Ahora, aquel déspota está desaparecido de la faz de la tierra, o no interesa que aparezcan los millones que se esfumaron como por arte de meigas, quién sabe…uno de tantos y tantos sinvergüenzas.

La verdad es que pepe lo lleva crudo. Está pensando en salir de penitente en algún paso de la procesión del silencio. Por si cuaja la cosa, por si alguien desde las ‘alturas’ puede echarle una manita a su vida. Una manita que no sea para ahorcarlo definitivamente. Habrá muchos pepes penando en entre los pasos en procesión. Mirad por si podéis verlos, seguro que así será. Talvez ese cabizbajo que anda como perdido de los demás Nazarenos, talvez ese, ¡sea PEPE! O quizá lo seamos todos.

JSP 2.1– 4-4-2010

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